7 de octubre de 2025 | Madrid
Hay artistas cuya obra capta el pulso del presente — traduciendo el ruido en forma y la forma en sensación. En la reciente presentación de Juanjo Maíllo en el Hotel Bless Madrid, esa presencia fue inconfundible.
El lenguaje de las huellas
Las pinturas de Maíllo se despliegan como fragmentos — líneas gráficas, gestos magullados, manchas que parecen el residuo del pensamiento.
Vistas en persona, se mueven entre el dibujo y la pintura, entre el gesto y la estructura, entre la emoción y la contención.
Nacido en Madrid en 1985 y formado en la Universidad Complutense, Maíllo pertenece a una generación que está redefiniendo la pintura española. Su obra fusiona el ritmo de la cultura digital con la inmediatez física del pigmento. Lo que circula en línea —como él mismo afirma— se filtra inevitablemente en su trabajo.

Los lienzos burdeos transmitían una energía densa y física — sus gestos crudos, trazados, magnéticos.
Dos temperaturas
La presentación reveló una dualidad impactante.
Las obras en tonos burdeos se percibían fuertes — fuertes — llenas de movimiento y gravedad. Llevaban el pulso de la mano, evocando la anatomía, un lenguaje codificado y la presión del gesto.
En contraste, las piezas violetas se abrían hacia la calma. Amplias formas florales emergían entre veladuras suaves, serenas y expansivas. Mientras los tonos oscuros exigían atención, estos respiraban — más ligeros, meditativos, silenciosamente luminosos.
Juntas creaban un ritmo: intensidad y pausa, tensión y descanso. El equilibrio entre ambas se convirtió en parte de la silenciosa fuerza de la exposición.

Los matices violetas cambiaban el tono — tranquilos, reflexivos, aún anclados en el movimiento.
Un pulso contemporáneo
El lenguaje de Maíllo está arraigado en el gesto pictórico, pero profundamente consciente de la vida contemporánea — del flujo constante de imágenes, datos y memoria.
Sus lienzos actúan a la vez como filtro y espejo: lo que queda cuando el ruido se disipa.
Esa fricción — entre lo digital y lo hecho a mano — da a su obra una sensación de urgencia. Cada pieza se percibe como un registro de absorción y liberación, del pensamiento convertido en textura.

La pintura como traducción: absorber, filtrar, liberar.
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Artista: Juanjo Maíllo
Estudio: @maillostudio